Reflexiones tras cuarenta años de abogado
Hoy hago cuarenta años de ejercicio. Si, tal día como hoy de 1980 mi madre me imponía la toga. Exacto verbo: imponer. Me imponía esa prenda negra que honré desde antes de ser abogado. Porque yo respetaba a los Jueces, a los Fiscales, a los Secretarios Judiciales, a cada funcionario, a los Procuradores, a mis compañeros. A todos esos que hoy llaman operadores jurídicos.
Eran tiempos de procesadores de texto en cintas de casete, de ordenadores de 128K, de fax con papel térmico, de móviles con maleta, de papel cebolla para las copias, de máquinas de escribir con corrector blanco, de despachos con muebles castellanos, con salas de espera… donde esperaba yo a los clientes de oficio. Los únicos que tenía.
Pero de una justicia respetuosa. ¿Imaginan lo que era eso? Respeto mutuo y, por eso, también a los Abogados y a los Procuradores. Eran otros tiempos. Verán, les explico mi punto de vista.
Abogados: la clave: el respeto…y la educación
Nosotros respetábamos a nuestros veteranos. Nos queríamos parecer a ellos. Nos enseñaban. Recelosos, pero lo hacían. Nunca pude ser abogado sin mis maestros, especialmente sin Antonio García Galán. Hoy, desgraciadamente, algunos compañeros parecen carecer de ombligo en la profesión. Y no hablo solo de cuarenta años de abogado. ¡Con muchísimos menos!
Echo de menos esos funcionarios que nos enseñaban la práctica diaria, la estrategia a seguir en ese juzgado. Les gustaba instruir a los jóvenes abogados. Pepín, Galindo, Isla, Paumard, Grande…Una lista interminable. ¡Cuánto me enseñaron, y cuántas veces me dijeron, en voz baja, como quedaba mejor el escrito que había presentado.
Añoro el trato de Secretarios como Najarro o de Jueces como Ramiro Baliñas o Fernando Seoane. Por fortuna sigue habiendo modelos entre los Magistrados y los Letrados de la Administración de Justicia que demuestran que ejercer la autoridad no es imponer su criterio.
Y qué decir de los magníficos Fiscales con los que tuve oportunidad de aprender en elocuencia y oratoria: Jorge Sena, Luis Navajas… Siempre serán auténticos maestros del derecho penal, y con razón forjaron la pléyade de excelentes juristas con los que hoy compartimos foro.
Desgraciadamente, hoy detecto una falta de respeto mutua y hasta mala educación entre todos los estamentos de la justicia. A pesar de ello, no me quitan esa vocación de un recién colegiado con 23 años. Ese espíritu revolucionario e inconformista que me sigue ayudando a buscar la solución más justa que el derecho pueda ofrecer al justiciable. Sigo siendo abogado de oficio, y sigo llegando a casa consternado por las injusticias y tropelías que acechan en cada esquina a los que cumplen la ley mientras quienes la infringen duermen mejor que nadie.
Abogados y Procuradores no quieren trabajar en agosto
Y para terminar, permítanme que ejerza de abogado para defendernos de una demagogia muy bien montada que, si no se explica, no se entiende: que no queramos juicios en agosto no es corporativismo, y nos duele que piensen eso. Es muy simple: solidaridad. O vacaciones para todos o para nadie. Si los abogados y Procuradores trabajamos en agosto, no podremos veranear con nuestras familias. Ni en septiembre, ni en octubre, ni en…. ¿No entienden que si el resto de la Administración de justicia trabaja en agosto tendrá antes o después un mes de vacaciones? Nosotros no. ¿Por qué? Solo pretendemos tener un mes de descanso como Ud. El que sea. Si aún así piensan que es corporativismo, opino que no son solidarios. Y nosotros lo merecemos. Con todos nuestros errores, pero trabajamos para Uds. Por eso nunca pediré perdón, aunque irónicamente lo hice en este artículo
A pesar de todo, y desde aquí, muchas gracias a todos los que han soportado mi forma de ejercer esta preciosa profesión, y mis disculpas por si fui yo también partícipe de esa falta de tacto con el resto de funcionarios. Les aseguro que lo hice porque entendí que era la mejor manera de defender a mis clientes. Llevar más de cuarenta años de abogado me permite mirar las cosas de otra forma. Perdón.